Cuando rozo mi piel en el volcán de tu cuerpo
el fuego se acrecienta por cada poro que beso.
Volcánicos anhelos encienden más mis ansias;
ya no logro alejarme un momento de ese cráter.
Al desbordarse mis sentidos más se encienden
y en los inflamados instantes me desconcierto
de los afanes que hay en nuestro cálido lecho
y entre miradas y embelesos saturamos los deseos.
Cada noche se filtra en silencio está trémula pasión
e inunda cada fibra de mi ser sin pensar en el calor
que suscita la aproximación de tu pecho;
me olvido de la lava, da igual que haya otro incendio.
El mar bullicioso envuelve nuestro amor clandestino;
activa el vivo ardor de tus pretensiones incontrolables
ésa fuente de complacencia la recibe veloz el corazón;
en él deposito los más deleitosos encuentros disfrutados.