Una ola de ternura invadió todo su ser
cuando oyó de sus labios que la amaba.
Dijo que era la persona de su vida
que por perpetuidad lo amaría.

Lo llevaba tan enraízado en su pecho
que apenas le quedaba sitio para respirar.
Al sentirlo adherido a su cuerpo,
las mejillas se le ruborizaron sutilmente.

Al rozar un momento la tersura de su piel,
un estremecimiento sintió en su alma
que le hizo elevarse al mismo Universo;
lo que experimentó, jamás lo había gozado.

Tan fuerte era ese amor que la deslumbraba
cuando penetraba en su corazón;
ahí sí que perdía el control, incluso la razón.
¿Qué jugo se obtiene de la vida si no se saborea?

Es como si no hubiese existido esa emoción,
pero sí que lo estimó en su interior
y fue lo más mágico que le pudo ocurrir.
Lo quería con exageración y nunca se arrepintió.