Tendría que escribir tantas cosas,
pero temo que se queden veladas.
Yacen aunque se quieran excluir;
quizá sean descubiertas algún día.

Ya no serán recuerdos que existen
en lo más subterráneo del corazón,
ni tampoco serán palabras muertas;
tienen todavía resistencia.

Porque lo que se lleva inescrutable,
la misma vida, ella sola, lo propaga.
Mientras, permanecerán aún ocultas;
el tiempo dirá si salen a la claridad.

Sólo el alma sabe cuánto es su dolor,
y lo que lleva padeciendo en silencio.
Siguen estando internadas en el pecho
y a buen recaudo para no impacientar.

Muchas veces me escudo en el olvido
para desviar lo que me hacen padecer.
Si pusieran un poco más de templanza,
brotaría enseguida la ternura y el amor.