Envuelto en el balanceo del oleaje
llegarán mis enardecimientos.
Escucharás el estruendo del mar
y saldrás a recoger algo romántico.
La sed es más fuerte que el empeño
y aunque haya tanta complicidad
echo en falta el calor de tus brazos
los que reclamo rendida cada noche.
Al instante siento arrullar el cabello
eres tú, que has venido a mi súplica;
el corazón se distorsiona más
ante este acontecimiento conmovedor.
Quiere vivir intensamente el momento.
Por razones que no entiendo, el alma
se inquieta a pesar de habitar tú en ella,
pero al asimilar tu continuidad se templa.
Atiendo tus palabras encendidas
y las brasas se acrecientan en profusión
tanto que no consigo afrontar
el resplandor y me lleva hacia la hoguera.