Tanto deseo besas tus labios
que se queda reseca mi boca.
Anhelo el fulgor de los tuyos
para dislocarme en tus besos.

Quiero saborear tu humedad.
Lograré refrescarme en ella,
para finalizar con este delirio
que siento cuando te arrimas.

Si pudiera acariciar tu rostro,
aunque fuera por un intervalo,
calmaría este desasosiego
que está rematando mi cuerpo.

Si estuvieras siempre conmigo,
te daría inmensidad de mimos.
Ya que con el corazón no puedo,
te regalo estos “te quiero”…

Si entendieras mis pensamientos
como antes de tu idas y venidas,
no me dejarías un instante
para irte, y dejarme después sola.

Que opaca está al presente mi vida.
Aunque estás en mi pecho,
tengo que sujetar mis emociones
y no dañar mi alma con tu despego.